El Ecuador necesita unidad, resiliencia, creatividad y conocimiento como fundamentos de un plan para salir de la crisis en que vamos a quedar sumidos  después de la multipandemia que vivimos: económica, sanitaria, social y ética. 

Para eso, los actores y  organizaciones políticas deberían pensar en coaliciones, en juntar voluntades para preparar una agenda que permita salir de la crisis, recuperar el Ecuador. 

Sin embargo, la fanesca de candidatos parece repetirse: vamos a tener entre 8 y 12 postulantes a la presidencia, algunos que, aún estando seguros de que no tienen ninguna posibilidad, participan. Patético e irresponsable. El país les importa un pito. 

Algunas preguntas e inquietudes para invitar a pensar en el escenario que vamos a enfrentar los ecuatorianos a la hora de votar. 

¿Es posible debatir propuestas entre diez candidatos? 

Muy difícil. Tendríamos que seguir un curso para saber que corno piensa hacer cada uno en reactivación de la economía y generación de empleo,  renegociación y manejo de la pesada deuda que va a heredar, políticas de inclusión para mitigar la situación de pobreza extrema de miles de familias. O como piensa curar las heridas que quedaron después de la revuelta de Octubre pasado entre urbanos y rurales. Varias hojas excel pare registrar sus propuestas, comparar, decidir; imposible. Por otro lado, quien llegue debería tener un apoyo razonable. Si pasa a segunda vuelta con 20%, va a llegar al gobierno con muy poco capital político. 

¿Pensarán estos caballeros en cual es la situación mundial después de la pandemia y donde se va a parar el Ecuador? 

¿Habrán oído hablar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Pobreza, salud, educación, saneamiento, igualdad de género, energías renovables, etc., etc.?¿Tienen equipos pensando en todo lo que van a tener que hacer sin un centavo en caja para responder a la demanda ciudadana, que va a exigir soluciones urgentes?

En cuanto al armado político: como van a manejarse con candidaturas frente a una ciudadanía agotada y asqueada por la pandemia de corrupción de asambleístas y funcionarios de gobierno? ¿Volverán a poner deportistas, actrices, influencers y parientes en las listas? ¿Cual es la alternativa si durante años no han formado cuadros, si no tienen proyectos  políticos?

La verdad es que la mayoría son “empresas electorales”: grandes, medianas y micro, que se juntan nos meses antes, solo piensan en ganar la campaña y que poco o nada les importa lo que pase luego en el gobierno. 

Otro aspecto muy importante  es el cambio generacional. Veo entre los caballos algunos que ya no están para correr, ¡a duras penas trotan!

Con 54% de la votación menor de 35 años, millennials y centennials, los viejos la tienen muy difícil. 

Para empezar no entienden la forma de pensar de estos jóvenes, que no ven TV ni noticieros, sino Instagram, TikTok, video games y bielas. Que les preocupa su futuro, el planeta, la desigualdad, la violencia de género, los derechos. Y que deciden horas antes de votar o mientras hacen fila.  Ellos sienten que ninguno de los políticos les representa. 

Los viejos no manejan para nada los lenguajes para llegar a esos votantes. No entienden la comunicación horizontal, la construcción colaborativa, la lealtad basada en causas y cumplimiento de metas y no en militancia. Incluso algunos candidatos jóvenes repiten los ritos: jingle, caminata entregando kits de alimentos, foto, Twitter. Los jóvenes ven eso y detestan aún más la política. 

¿Con todo esto, como será la campaña? 

Seguramente se nos viene  otra batalla de “shitstorms”, – tormentas de mierda -, en las redes, entrevistas y debates. Ataques y acusaciones de ida y vuelta,  con equipos de trolls y community managers que competirán en cual golpea más duro al rival, sin importar los argumentos. 

La campaña no es una pelea de box, donde gana el que noquea al otro, sino un enfrentamiento donde gana el que es capaz de seducir al votante, de generar esperanza a un pueblo que necesita, ahora más que nunca volver a soñar,  creer en su propia capacidad de levantarse. 

No se ve en el escenario político, ningún proyecto que genere esperanza, que señale un rumbo, unas líneas de como salimos.

Parece que, una vez más,   iremos a votar “en contra de” y no “ a favor de”, por un sueño colectivo. 

 Luego tendremos nuevamente el país polarizado, dividido. 

Y esta vez, solo salimos unidos. Si no hay unidad, Ecuador camina a Estado Fallido.

Leonardo Laso

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