Conocí a Ralph en Noviembre 1991.
El día anterior me había llamado Eduardo Mahuad para pedirme unas “pistas”, versiones instrumentales de unos pasacalles quiteños, parte de una producción que yo hice llamada “Música de Exportación”.
El envié esa mañana y le dije que me gustaría conversar con su hermano Jamil, que en ese momento estaba arrancando su campaña a la alcaldía de Quito.
Eduardo me llamó y me dijo que Jamil quería hablar conmigo. Esa tarde fui a su oficina y me entrevisté con Jamil y Ralph.
Conversamos como hora y media: como había visto las campañas anteriores de Jamil, un sobrevuelo de creatividad en política, criterios para pautar en medios, etc.
Al cierre, Jamil regresó a ver a Ralph y el dijo: “Quiero que Pipo maneje mi campaña”. El gringo respondió: ¡claro chico, de acuerdo!
Esa tarde cambió mi vida.
Aunque siempre me interesó la política, no me imaginaba haciendo publicidad, en la comunicación política.

Desde entonces hicimos un gran equipo. Trabajamos juntos siete años en la alcaldía y varias campañas. Fueron muchos “los centros que el cobró” y que “juntos convertirmos en goles”, spots y piezas para ganar campañas y mejor aún, cambios gigantes en Quito y el Ecuador.
Compartimos muchos seminarios, charlas y talleres de formación en Miami y varias ciudades del continente.
Aprendí mucho de Ralph, un gran consultor que fue parte, junto con Napolitan, Reese y otros, de la primera generación de grandes consultores de Estados Unidos, traído por Jamil en 1991, se quedó a vivir en Ecuador y se convirtió en el pionero del marketing político en Latinoamérica.
Generoso, siempre abierto a compartir conocimiento, tiene en su palmarés algunos logros de talla mundial; entre ellos, haber asesorado a Mikhail Gorbachev en el proceso de la Unión Soviética que replanteó la geopolítica y abrió paso a la globalización.
Muchos de los que hacemos consultoría política en Ecuador y Latinoamérica le debemos a Ralph gran parte de nuestros conocimientos.
Hablé con él hace un par de semanas; quedamos en almorzar cuando la pandemia pase. Quería volver a escucharle, conocer su mirada de la política en el nuevo escenario, seguir soñando, armando nuevos proyectos.
Pero morir es parte de este juego de transitar por la vida. Ahora le tocó a Ralph.
Un abrazo póstumo al gran profesional y ser humano.
Mi agradecimiento sincero a quién con su generosidad me abrió el camino a todo lo que soy y he logrado en la vida. No lo voy a olvidar jamás.
Descanse en paz, maestro y amigo Ralph Murphine.