Por Guido Moreno B.

Ya sucedió con Snapchat en la anterior campaña presidencial, todos los candidatos se deslumbraron con la nueva red que prometía contacto directo con los usuarios jóvenes. Asesorados por expertos digitales, los candidatos abrieron sus cuentas y comenzaron a postear en esa red, todos fracasaron. Ningún candidato logró sintonizar con los usuarios, no existió contenido dedicado para Snapchat y finalmente las cuentas de campaña quedaron olvidadas para siempre luego de las elecciones.

El nuevo fenómeno que convoca a los políticos se llama TikTok, la red de entretenimiento que despegó en plena pandemia a nivel mundial. A enero de 2020, cuenta con 2.3 millones de cuentas activas en Ecuador y con usuarios de 18 a 24 años en su mayoría, según la empresa Mentinno.

Los candidatos fueron detrás de las interacciones y el engagement que ofrece TikTok, para vincularse con los votantes jóvenes y esta vez parece que no se logrará nada más que un poco de atención y visibilidad para quienes no aparecían en el mapa electoral de los votantes.

No se explica por qué un candidato que postula a un cargo de elección popular se permite convertirse en un bailarín sin ritmo, sin gracia, en un bufón sin dignidad. Quizá la respuesta está en sus “asesores”, como aquellos que aplauden a un candidato presidencial y le dicen “perfecto”, luego de que termina de bailar a tropiezos el challenge de “anoche comí pescao”.

Unos candidatos mejor que otros han expuesto desde TikTok un perfil más humano o más juvenil; sin embargo, otros no han conseguido mostrar una nueva faceta, conectar con los usuarios o utilizar la red como herramienta política. La verdad es que en TikTok no todos pueden triunfar, aunque repitan los challenge, se disfracen o se inventen algún baile, que solo repetirán sus mismos partidarios. Algunos políticos lograron el efecto inverso, terminaron siendo una burla por sus iniciativas tiktokeras y fueron los mismos jóvenes de la red quienes se encargaron de montar parodias ridiculizándolos.

La verdad es que en TikTok no todos pueden triunfar, aunque repitan los challenge, se disfracen o se inventen algún baile, que solo repetirán sus mismos partidarios.

Cada plataforma tiene sus lenguajes, sus códigos y sus usos. TikTok, por el momento, sigue siendo en gran parte entretenimiento, aunque en Perú se transformó en la red que articuló las protestas callejeras y los reclamos para cambiar el presidente. El hashtag #MerinoNoEsMiPresidente alcanzó 113 millones de visualizaciones durante las movilizaciones. En Perú, el 40% de personas entre 25 y 34 años posee TikTok según TGI Special Pandemic de Kantar Ibope.

Retornando al escenario digital ecuatoriano, estamos a punto de cerrar una campaña electoral en la que TikTok tuvo una mejor suerte que Snapchat, varios candidatos lograron llamar la atención del votante joven; sin embargo, existe debilidad en presentar propuestas o reforzarlas a través de esta red, aunque para ser justos, sucede lo mismo en otras redes.

Desde el candidato provincial hasta el presidencial, muy pocos se privaron de actuar en TikTok; sin embargo, se puede contar con una sola mano a quienes explotaron la capacidad de esta herramienta digital para llegar a potenciar un mensaje político y aparecer como opción entre los indecisos.

El 7 de febrero elegimos presidente y vicepresidente en la campaña más digital que conozca Ecuador, en un escenario dominado por las noticias falsas, los contenidos cortos y la saturación de mensajes en redes sociales. Llegamos al final del camino y aunque muchos realizaron grandes esfuerzos digitales, definitivamente esta vez no ganará el mejor tiktoker.

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